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¿Cómo recuperar la salud de la piel tras dejar de fumar?

Los daños producidos en la piel por el tabaco pueden revertirse en cierta medida si la persona deja de fumar y se cuida su piel. "Hay cremas tópicas con ácido retinoico, retinol y ácido glicólico que facilitan la renovación de las capas de la piel. Y si está muy gruesa, cremas con ácido salicílico", recomienda Christina Schepers, dermatóloga de la Clínica Planas, en Barcelona.
 
También recomienda los serum con vitamina C porque aportan luminosidad. Para Francisco José Gómez García, dermatólogo del Hospital de Montilla, de Córdoba, el mejor tratamiento es la prevención. "Algunas sustancias, fundamentalmente los retinoides, pueden ayudar en el tratamiento".
 
Otras formas de cuidarse, según Schepers, son evitar la exposición solar, responsable del envejecimiento prematuro, y tener una buena alimentación. La alimentación, sobre todo en los momentos en que se produce la renovación de la piel, debe ser rica en vegetales y proteínas, para regenerar, y antioxidantes, para eliminar los radicales libres.
 
También podría ayudar un peeling químico, que renueva las capas de la piel, o una terapia lumínica de baja intensidad. "Se estimula la microcirculación y el metabolismo celular, con lo que volvería la coloración sonrosada y la iluminación, y se normalizaría el engrosamiento", opina Schepers.

Cuantos más cigarros, más daño

¿Es posible saber cuánto tiempo tarda una persona en recuperar la salud de su piel tras dejar de fumar? Gómez García afirma que es algo muy variable y dependerá de la cantidad de años que la persona haya fumado, la edad, la base genética y la asociación con otros factores ambientales, como la radiación ultravioleta y el estado nutricional. Si son muchos años de consumo, "puede que nunca se logre recuperar la normalidad completa de la piel", comenta la experta.
 
Gómez García da algunos datos: "En general, el efecto del tabaco en la piel se observa entre los 35 y los 40 años, y son más significativas en la mujer a igual consumo de cigarrillos. Los fumadores de más de 50 paquetes al año tienen un riesgo cinco veces mayor de presentar arrugas respecto de los no fumadores".

Efectos del tabaco en la piel

Pero no sólo se producen arrugas, el efecto patogénico del tabaco sobre la piel es múltiple, tal y como señala Gómez García:
  • Disminuye la oxigenación.
  • Favorece la formación de radicales libres.
  • Altera la respuesta inmune e inflamatoria.
  • Modifica la respuesta de las hormonas sexuales a nivel cutáneo.
"Todo lo anterior se traduce en un aumento de riesgo de algunos tipos de cáncer de piel y el desarrollo o empeoramiento de enfermedades inflamatorias, como la psoriasis o la pustulosis palmo plantar".
 
A nivel más superficial, el tabaco provoca que la piel "pierda luminosidad, se engruese y tome una tonalidad amarillenta", señala Schepers. Además, las uñas se vuelven amarillentas, pueden hacerse más gruesas y tener los bordes quebradizos. Gómez García duda que todas estas consecuencias en la piel escape al conocimiento de los fumadores. "Yo diría que es muy difícil no tener conciencia de ello. Otra cosa es la voluntad de abandonar el hábito".