Historia

En 1919, un grupo de farmacéuticos establecidos en capital y provincia, que se reunían periódicamente en el Circulo Mercantil y Agrícola de esta ciudad, fundaron oficialmente la Corporación Farmacéutica Onubense, invitando al resto de los compañeros onubenses a que se inscribieran y dieran de alta como colegiados. Fue su primer presidente D. Antonio Vázquez Pérez.

 

El primer local que tuvo la corporación fue inaugurado por D. José María Lacasa Galindo (1932-1935). En 1938 comienza a funcionar el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, que sustituye a la Unión Farmacéutica Nacional y es en esa fecha cuando nuestro colegio se traslada a unos nuevos locales sitos en la calle Rafael López nº 3, cedidos por el que fue tesorero de este colegio, D. Manuel Sousa.

 

En 1944 se crea el Seguro Obligatorio de Enfermedad, lo que obliga al entonces presidente, D. Roque Borrero, a realizar una gran reestructuración de los servicios administrativos y técnicos del colegio, creando el Servicio de Tasación y Administración del Seguro de Enfermedad. En 1956, dado el auge que tomaba ya la nombrada Seguridad Social en nuestra provincia y vista la insuficiente capacidad de los locales del Colegio, se adquirió un nuevo local en la calle San José nº 10.

 

En Junta General de 21 de marzo de 1964, se le otorga un voto de confianza a D. Francisco Vázquez Carrasco, para que inicie las gestiones encaminadas a adquirir la llamada La Casa del Diablo, donde se edificó la que hoy es nuestra sede colegial.

 

Nuestra sede colegial se encuentra ubicada en el solar de la que en su día fue llamada La Casa del Diablo, un caserón del siglo XVIII. Tanto ésta como su vecina, La Casa de la Cruz, se encontraban situadas una al lado de la otra en la antiquísima calle Palos. Perteneció a una antigua y linajuda familia venida a menos, que la vendió el 23 de febrero de 1965 al actual Colegio Farmacéutico, que la derribó y construyó la actual Sede Colegial.

 

El mote de la casa no está documentado hasta principios del siglo XIX, y provenía de la boca del pueblo. Tras el terremoto de 1755, este antiguo caserón, fue restaurado y se le pusieron como adornos barrocos del frontal, unos medallones enfrentados que asemejaban unas caras deformadas, por lo que al pueblo le dio en llamarla "Casa del Diablo".

 

El origen de estas caras no está claro. Podrían ser simples adornos de la fachada de un rico comerciante, pero algunas fuentes designan al edificio como sede de un hospital en épocas de epidemias. En ese caso, las caras deformes serían una especie de advertencia del peligro de contagio en su interior. De la antigua edificación quedan gracias a Francisco Vázquez en la actual sede colegial algunos vestigios como son los dos óvalos con diablillos en la fachada del caserón y el pozo del patio con su cruz de mayo, que ocupa un lugar destacado dentro del nuevo edificio.